martes, 30 de agosto de 2011

Límites de la terapia de juego

Los ocho principios básicos de la terapia de juego

1. El terapeuta debe desarrollar una relación interna y amigable con el niño, mediante la cual se establezca armonía lo antes posible.



2. El terapeuta acepta al niño tal como es.




 3. El terapeuta crea un sentimiento de actitud permisiva en la relación para que el niño se sienta libre de expresar sus sentimientos por completo.


4. El terapeuta está alerta a reconocer los sentimientos que el niño expresa y los refleja de nuevo hacia él, para lograr profundizar en su comportamiento.



5. El terapeuta observa con gran respeto la habilidad del niño para solucionar sus problemas.
Es responsabilidad niño decidir y realizar cambios.

6. El terapeuta no intenta dirigir las acciones o conversación del niño. El niño guía el cambio, y el terapeuta lo sigue.

7. El terapeuta no pretende apresurar el curso de la terapia. El proceso es gradual.

8. El terapeuta establece sólo aquellas limitaciones necesarias para conservar la terapia en la realidad y hacerle patente al niño su responsabilidad en la relación.

Terapia de juego no directiva - Modelo de Virginia Axline


Este tipo de terapia consiste en dejar al niño jugar dentro de un ambiente que propicie la proyección del niño de sus problemáticas hacia el juego mismo. Al ser no directiva, la misma no debe centrarse en dar instrucciones al niño, ni en esperar respuestas del mismo; por el contrario, debe seguir el ritmo del paciente y permitirle desenvolverse con libertad dentro del ambiente de juego.



El cuarto de juego, como se le llama al sitio para realizar esta tipo de terapia, debe contar con diversidad de juegos distribuidos por áreas según el uso de los mismos, con los cuales el niño puede jugar y manipular en el orden y de la manera que mejor le parezca. Estos deben ser variados y designados de manera que sean útiles para proyectar la problemática del niño.



Se recomienda además que el cuarto de juegos cuente con iluminación natural adecuada, piso y paredes lavables, ventanas con cortina o barrotes y colores para niños en las paredes. Esto favorecerá el sentimiento de acogida del niño dentro del área facilitando la expresión de sus emociones y experiencias traumáticas.



Existen ciertos juguetes que resultan imprescindibles en un cuarto de juego para este tipo de terapia, entre ellos se encuentran:

-          Muñecos que representen los miembros del a familia

-          Soldados de juguete

-          Títeres con su respectivo escenario

-          Una muñeca grande de trapo

-          Carritos

-          Un carro grande

-          Arcilla para manipular (recomendablemente en polvo)



Además de los juguetes mencionados, existen otros recomendables, más no imprescindibles para el cuarto de juegos. Entre ellos se encuentran:

-          Una casa de muñecas amueblada y desarmable

-          Utensilios de cocina y limpieza

-          Un muñeco asexuado e inexpresivo

-          Crayones, marcadores, temperas, etc.

-          Gabacha

-          Papel de colores, revistas y periódicos para recortar

-          Fotos de personas con distintas expresiones

-          Caja de arena con distintas figuras



Sin embargo, lo que deben poseer en común todos los juguetes que se coloquen en el cuarto, es que deben ser sencillos pero resistentes, y deben ser colocados a una distancia alcanzable y manipulable para los niños. Es importante que se coloquen sillas, mesas y estantes, hechos a la medida de los niños, para que los mismos perciban el cuarto como un mundo a su medida.



En la terapia de juego no directiva, el niño juega un papel protagónico, pues se le considera capaz de organizar y solucionar los conflictos de su propia vida, a través de la proyección de los mismos en el juego.

Por otro lado, el terapeuta es una persona no directiva, pero activa en la terapia. Esto quiere decir que aunque no dirige la terapia, participa en aquello en lo que el niño desee involucrarlo. Es necesario que quien utilice esta terapia sea empático y tenga interés en el mundo infantil. Debe ser capaz de percibir y observar cambios de conducta o lenguaje, ser una persona sensible y conocer a detalle el desarrollo infantil.



Una técnica que resulta de gran ayuda al terapeuta, es acercarse al mismo desde su nivel. Es decir, agacharse para saludarlo y partir de su altura para comunicarse con el mismo. Esto permitirá al niño saber que el adulto al que se enfrenta es sensible a sus necesidades. Además el terapeuta infantil debe ser sincero, y como primer paso de dicha sinceridad debe aceptar que tiene conflictos y acercarse a su propio terapeuta para resolverlos. Este punto resulta especialmente importante con los niños, pues su capacidad de percibir lo  que otros sienten es bastante más sensible que la de los adultos.



El terapeuta infantil, debe además, ser capaz de expresarse, pero de mantener una distancia afectiva con el niño. Con ello se quiere dar a entender que el terapeuta no es ni debe sustituir el apego del os padres, por lo que su trato con el niño debe ser la de un adulto amigo, capaz de expresar cariño si necesidad de abrazos o palabras cariñosas constantes.



El papel de los padres en la terapia de juego no directiva, también es trascendental. El rol de los mismos consiste sobre todo en la paciencia. Se debe explicar a los padres que no serán revelados los detalles de la terapia, y que en la misma se avanza al ritmo del niño, por lo que no deben esperar ningún resultado inmediato. Los padres deben reconocer sus fantasías sobre el proceso terapéutico, y no intervenir en el proceso.

domingo, 21 de agosto de 2011

Porque los mayores son los más responsables del trauma infantil, actuemos bien y tendremos niños 
seguros y estables.  

Los padres deben responsabilizarse de sus actos y actuar pensando que siempre hay alguien más pequeño  siguiendo sus pasos a cada momento.




"Para evitar traumas infantiles, brinda a los niños estabilidad, firmeza y predicitibilidad"













Luego de trabajar con los niños el trauma, el mensaje recibido será: "Lo que paso fue muy doloroso, pero hoy estas a SALVO"




".... consecuencias de un evento potencialmente traumático"

sábado, 20 de agosto de 2011

Trauma infantil desde una perspectiva neuro-bio-psicológica

Debido a las nuevas exigencias de nuestra vida actual acelerada y continuamente cambiante con respecto a los  requerimientos de mayor cantidad de habilidades de afrontamiento para lidiar con los problemas cotidianos, cada vez se vuelve más común escuchar de niños que se ven superados por el “estrés” y denominados cotidianamente en el lenguaje popular como “Niños con traumas”.
Este artículo busca clarificar en medida de lo posible la denominación y concepto del trauma infantil, desde una perspectiva neuro-bio-psicológica que favorezca a la educación tanto de padres, como de interesados varios, en el tema de la psicoterapia infantil y con esto beneficiar una mejor calidad de vida y minimización de consecuencias del niño que presente este tipo de problema.
 
Iniciaremos este aprendizaje, registrando que el estrés en el niño es generado por situaciones que este reconoce como amenazantes, por lo cual al momento en que el nivel de amenaza y estrés sobrepasan los límites tolerables se convierten en lo que conocemos como “Euestres”.
El trauma o experiencia potencialmente traumática por tanto eleva los niveles de estrés del niño, ante los cuales los mecanismos que este emplea para afrontar la amenaza como respuesta natural son: huir, luchar, rendirse o congelarse y hacerse el muerto. En este segmento nos centraremos en los dos mecanismos que son considerados más adaptativos como respuesta ante las amenazas: huir y luchar.
Debido a que estas son respuestas naturales del individuo, se ven implicados en las mismas, mecanismos biológicos y neurológicos en su generación, en lo cual debido a su importancia científica haremos énfasis en este apartado.
Una parte del sistema límbico que se ha visto ampliamente implicada en estos procesos es la amígdala cerebral, ya que esta guarda un sistema de memorias emocionales que son altamente importantes al momento de la afrontación ante situaciones potencialmente traumáticas.
Otra glándula sumamente importante en el funcionamiento de estos mecanismos de afrontamiento de amenazas es la glándula suprarrenal, de la cual radica su importancia por la liberación de la sustancia conocida como “cortisol” la cual al incrementar su nivel, activa la respuesta de huida del individuo para facilitar la supervivencia de este. Por lo cual es el cortisol activado,  quien da origen a la respuesta de huida o de lucha según la necesidad de salvedad por medio de la agilización del cerebro reptil.
Cuando no se puede huir o luchar el nivel de amenaza se incrementa sobrepasando el nivel de tolerancia lo cual trae consigo el trauma como consecuencia del evento potencialmente traumático.
Así mismo es menester saber que el estrés  por sí mismo no trae consigo únicamente cualidades negativas en el niño, ya que inclusive para obtener un aprendizaje significativo se requiere de cierto nivel de estrés, en este caso el cortisol colabora a que se mantenga el conocimiento adquirido y la experiencia quede grabada en la memoria del niño.
Existen también, experiencias reiteradas que tienen contenido que puede ser potencialmente traumático para el niño, y que al igual que situaciones únicas y extremas de trauma, laceran la vida del niño, y traen consecuencias igualmente importantes.
El trauma infantil queda perpetuado tanto en la memoria corporal, como cognitiva y emocional, ya que todos los sentidos se ven implicados al momento en que este sucede, por lo cual el  hipotálamo resulta participante y conviene utilizarlo posteriormente para la autorregulación y la equilibración del sistema simpático.

Recuperación del trauma
La psicoterapia infantil que busca la recuperación del niño con respecto al trauma y sus consecuencias ante la experiencia, es decir los síntomas que el niño trae consigo a la consulta; consiste en incentivar que el niño se dé cuenta de que el evento traumático ya es parte del pasado y que en la actualidad este se encuentra a salvo. El trabajo del terapeuta entonces, es actualizar la información, codificándola de manera que se centre en la actualidad y no en el pasado doloroso que perpetúo en la mente a causa del trauma. El terapeuta por tanto busca que el niño recobre su seguridad y confianza por lo cual la terapia idónea tiene como características principales el ser estable, firme y predecible, reafirmando así la salvedad actual en la psique del niño.

Referencias Bibliográficas
·         Pinel, J. (2007). Biopsicología. (Sexta edición). Madrid, España: Pearson, Educación, S.A.