sábado, 20 de agosto de 2011

Trauma infantil desde una perspectiva neuro-bio-psicológica

Debido a las nuevas exigencias de nuestra vida actual acelerada y continuamente cambiante con respecto a los  requerimientos de mayor cantidad de habilidades de afrontamiento para lidiar con los problemas cotidianos, cada vez se vuelve más común escuchar de niños que se ven superados por el “estrés” y denominados cotidianamente en el lenguaje popular como “Niños con traumas”.
Este artículo busca clarificar en medida de lo posible la denominación y concepto del trauma infantil, desde una perspectiva neuro-bio-psicológica que favorezca a la educación tanto de padres, como de interesados varios, en el tema de la psicoterapia infantil y con esto beneficiar una mejor calidad de vida y minimización de consecuencias del niño que presente este tipo de problema.
 
Iniciaremos este aprendizaje, registrando que el estrés en el niño es generado por situaciones que este reconoce como amenazantes, por lo cual al momento en que el nivel de amenaza y estrés sobrepasan los límites tolerables se convierten en lo que conocemos como “Euestres”.
El trauma o experiencia potencialmente traumática por tanto eleva los niveles de estrés del niño, ante los cuales los mecanismos que este emplea para afrontar la amenaza como respuesta natural son: huir, luchar, rendirse o congelarse y hacerse el muerto. En este segmento nos centraremos en los dos mecanismos que son considerados más adaptativos como respuesta ante las amenazas: huir y luchar.
Debido a que estas son respuestas naturales del individuo, se ven implicados en las mismas, mecanismos biológicos y neurológicos en su generación, en lo cual debido a su importancia científica haremos énfasis en este apartado.
Una parte del sistema límbico que se ha visto ampliamente implicada en estos procesos es la amígdala cerebral, ya que esta guarda un sistema de memorias emocionales que son altamente importantes al momento de la afrontación ante situaciones potencialmente traumáticas.
Otra glándula sumamente importante en el funcionamiento de estos mecanismos de afrontamiento de amenazas es la glándula suprarrenal, de la cual radica su importancia por la liberación de la sustancia conocida como “cortisol” la cual al incrementar su nivel, activa la respuesta de huida del individuo para facilitar la supervivencia de este. Por lo cual es el cortisol activado,  quien da origen a la respuesta de huida o de lucha según la necesidad de salvedad por medio de la agilización del cerebro reptil.
Cuando no se puede huir o luchar el nivel de amenaza se incrementa sobrepasando el nivel de tolerancia lo cual trae consigo el trauma como consecuencia del evento potencialmente traumático.
Así mismo es menester saber que el estrés  por sí mismo no trae consigo únicamente cualidades negativas en el niño, ya que inclusive para obtener un aprendizaje significativo se requiere de cierto nivel de estrés, en este caso el cortisol colabora a que se mantenga el conocimiento adquirido y la experiencia quede grabada en la memoria del niño.
Existen también, experiencias reiteradas que tienen contenido que puede ser potencialmente traumático para el niño, y que al igual que situaciones únicas y extremas de trauma, laceran la vida del niño, y traen consecuencias igualmente importantes.
El trauma infantil queda perpetuado tanto en la memoria corporal, como cognitiva y emocional, ya que todos los sentidos se ven implicados al momento en que este sucede, por lo cual el  hipotálamo resulta participante y conviene utilizarlo posteriormente para la autorregulación y la equilibración del sistema simpático.

Recuperación del trauma
La psicoterapia infantil que busca la recuperación del niño con respecto al trauma y sus consecuencias ante la experiencia, es decir los síntomas que el niño trae consigo a la consulta; consiste en incentivar que el niño se dé cuenta de que el evento traumático ya es parte del pasado y que en la actualidad este se encuentra a salvo. El trabajo del terapeuta entonces, es actualizar la información, codificándola de manera que se centre en la actualidad y no en el pasado doloroso que perpetúo en la mente a causa del trauma. El terapeuta por tanto busca que el niño recobre su seguridad y confianza por lo cual la terapia idónea tiene como características principales el ser estable, firme y predecible, reafirmando así la salvedad actual en la psique del niño.

Referencias Bibliográficas
·         Pinel, J. (2007). Biopsicología. (Sexta edición). Madrid, España: Pearson, Educación, S.A.

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