“Dibs en Busca del Yo”

El juego ayudará al niño a que pueda tener un mejor desarrollo de sus habilidades físicas, que descubra su “Yo” y su “No Yo”, ayuda a la capacidad de entender relaciones, experimentar e identificar emociones, practicar roles, explorar situaciones, aprender, relajarse y divertirse. Es muy significativa al referirse en representar los aspectos problemáticos; ya que el juego es lenguaje principal de los niños, de forma simbólica, en el cual muestra sus sentimientos y problemas máximos. De esta forma el adulto, en este caso el terapeuta, le resulta más fácil entender al niño en su mundo, por medio de la observación en el juego y las actividades que se realicen. Dentro de la terapia de juego se mencionan cuatro etapas, en las que vemos como el niño avanza, dándonos más apertura a tener un mejor resultado; como primer aspecto es importante que el niño recorra todo el lugar, que conozca que hay y busque cierto sentido de pertenencia, luego se da una etapa formativa en donde comienza a surgir un foco de atención en el niño. En la tercera etapa se da un período de ambivalencia y por último se da una aproximación más realista hacia la vida del niño, brindándole así visiones amplias que pueden ayudarlo a guiarse mejor.
Esta terapia es mejor empleada en niños con problemas conductuales, emocionales o de ambos tipos, niños maltratados o traumados que están en búsqueda de su “Yo” como en el caso de Dibs. Para que un niño pueda acudir a esta terapia no se necesita de una evaluación clínica inicial, pero es crucial elaborar un informe completo y preciso que incluya los antecedentes sociales y problemas actuales que el niño presente. De igual forma es importante que el terapeuta no se forme evaluaciones rígidas sobre el estado del niño, deberá familiarizarse con las normas de juego respecto a las diferentes edades y etapas del niño.

Mostraba poca tolerancia a la frustración y una actitud muy derrotista y triste. En algunas ocasiones cuando se aventuraba a moverse de su silla exploraba atado a cataduras totalmente infantiles y regresivas, ya que la exploración era realizada mediante el gateo o se chupaba el dedo y mordía el costado de su mano. Pronto al ser observado se mostraba torvo y reacio a mostrar contacto inclusive de tipo visual con cualquier otro ser humano.
El mayor desafío era presentado a las maestras, debido a que en ciertas ocasiones Dibs parecía poseer una inteligencia superior, ya que en pocas pero presentes ocasiones era capaz de realizar tareas bastante difíciles, efectivamente y en poco tiempo lo que dificultaba lograr un diagnóstico o encasillarlo en alguna categoría de conducta, ya que por estas apariciones fugaces de progreso su conducta era considerada: Totalmente dispareja y disforme. Así mismo de los aspectos más dañinos para su autoimagen, era la despersonalización que este mostraba inclusive al momento de referirse a él mismo en tercera persona. Rendimiento escaso y variante en el área escolar.

En la terapia centrada en el niño, especialmente en la terapia de juego no directiva, el papel del terapeuta resulta trascendental. Si bien el terapeuta debe ser no directivo, esto no implica tener un rol pasivo. Por el contrario, el terapeuta debe ser capaz de hacer las intervenciones que el niño le solicite, y utilizar abiertamente el reflejo durante la sesión, de manera que se haga consiente al niño de su propio juego. En este aspecto la terapeuta de Dibs fue un ejemplo claro del rol que el terapeuta debe tener en la terapia de juego no directiva. Fueron evidentes las constantes intervenciones de la terapeuta donde utilizaba el reflejo en búsqueda de una reacción en el paciente. Sin embargo, también se observó que cuando no obtuvo la respuesta que esperaba del niño, se mantuvo paciente y tuvo total aceptación a las respuestas del paciente.
En todo momento, la actitud de la terapeuta hacia Dibs fue siempre abierta y de aceptación, incluso en el inicio del proceso terapéutico, cuando el niño se mostraba cerrado y agresivo, la terapeuta no desespero y permitió que la terapia siguiera su curso. Es importante que no se intente cambiar al niño, sino que sea el mismo, quien a través del descubrimiento de su propia persona y sus necesidades, quien establezca lo que le molesta y desea modificar. Pero para ello, es necesario que el terapeuta mantenga la paciencia y que crea en la capacidad de su paciente en cambiar, tal como lo hizo Miss A.

Este aspecto nos lleva a otra importante característica que debe poseer este tipo de terapeutas: la capacidad de observación, especialmente de aquellos cambios en la conducta y lenguaje de los niños, y en las reacciones emocionales del mismo. Durante el relato se observa como la terapeuta apunta varios aspectos del juego de Dibs, esto refleja la capacidad de observación de la misma, y el interés colocado en el caso.
Cabe notar que además la terapeuta tuvo interés en todas las áreas de la vida del paciente. Así, no obtuvo únicamente retroalimentación de parte de los padres y el niño, sino también buscó apoyo en el colegio. Esto le dio la oportunidad de conocer más ampliamente al niño y detectar los pequeños cambios durante el proceso. Además ésta es una característica que favorece el trabajo de cualquier terapeuta al permitirle identificarse más con el paciente y trabajar a favor de su desarrollo en todas las áreas de su vida.

Otro aspecto importante de resaltar es la calidad afectiva del terapeuta. Durante la lectura se hizo notable que si bien la terapeuta era cariñosa en su trato, no se valió de caricias físicas ni lenguaje exagerado para formar el vínculo emocional con el niño. No fue sino en la capacidad del terapeuta de dar libertad al niño, en la que se fundó la relación terapéutica.
Por último, debe resaltarse la capacidad de la terapeuta para atender a las inquietudes de los padres. Es una característica de la terapia de juego no directiva, que el terapeuta se abstenga de dar detalles de proceso terapéutico a los padres, esto porque los mismos pueden mantener ansiedad acerca del proceso, y los detalles pueden generar fantasías en cuanto a los resultados del mismo. Por otro lado, el niño, como paciente tiene derecho a la confidencialidad, y sólo se revela aquello que puede ser favorecedor para su desarrollo. En el caso de la terapeuta de Dibs, la misma no solo tuvo que lidiar con las ansiedades de los padres, especialmente de la madre, sino que fue capaz de guiarlos a que revelaran datos importantes sobre la historia del niño que ayudaron a la terapeuta a hacer intervenciones más certeras y de mayor beneficio al proceso del niño.
En conclusión coincidimos en que el papel de la terapeuta en el proceso terapéutico de Dibs, no sólo fue adecuado, sino además trascendental en el mismo, permitiéndole sentirse libre en la misma y avanzar en el descubrimiento de sí mismo hacia una vivencia de su vida mucho más sana y feliz.
Los factores que contribuyeron al éxito del proceso terapéutico de Dibs, fueron diversos. Sin embargo, este caso es la muestra de que cuando existe un compromiso real de parte del terapeuta con el paciente y con el modelo que persigue, es posible que el cambio se dé de manera espontánea y más favorecedora al paciente, e indirectamente a los que le rodean.
Referencia Bibliografica: Axline, V. (1964). Dibs, en busca del yo. México: Editorial Diana
-Muchas gracias muy buen esanyo del libro DIbs : )
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